¿Debes vivir siempre a la sombra de los demás? ¿Debes permitir que siempre haya alguien que se tome la autoridad de mirarte desde arriba?
Naces en un pueblo pobre. No llegas a conocer a tu madre... una enfermedad que desconoces acaba con ella cuando tu llegas a este mundo. Tu padre es un buen hombre. Hace todo lo que puede para que tu seas feliz. Tu deseas ser Caballero. Año tras año contemplas los torneos. Las justas... la espada... la lanza a pie... Tu deseas encontrarte entre todos esos caballeros, dueños de los sueños de todos los niños del lugar. Pero no puedes... Tus sueños se desbaratan cuanto comprendes que un hijo de techador no puede ser caballero. No tienes más que continuar soñando con todos esos momentos que te evaden de la realidad y te llevan a un mundo de fantasía.
Un día, te despiertas entre ruidos y ajetreos. Es día de torneo. Toda la ciudad despierta con el ruido del estadio. Y tu te despiertas ilusionado... Bajas rápidamente de tu habitación por la vieja escalera de madera y llegas a la destartalada cocina. Tu padre ya vestido, te espera para marchar ya al estadio.
Cuando llegas el ruido y el estruendo de tambores y trompetas hace que tu corazón lata mucho más rápido de lo que jamas hubieras pensado. Todo es como en tus sueños: Caballeros, caballos, escuderos, lanzas, espadas, reyes y reinas, príncipes y princesas... Y tu, entre toda la gente perteneciente al pueblo, la gente sin ningún tipo de privilegio.
[...]
Al acabar la jornada en el estadio, sales de allí junto a tu padre. Todo parece mágico. Tus ojos brillas demasiado y no consigues borrar esa sonrisa de tu cara. "Espera un momento aquí William, voy a hablar con un amigo" te dice tu padre. Ves como se aleja y llega al campamento de un caballero. Tu has visto a ese caballero en la justa. Sir Héctor vitoreaban cuando él cabalgaba.
Pasado un tiempo, tu padre vuelve y juntos tomáis el camino de vuelta a casa. Y el dia acaba como un dia normal... otro dia mas en la vida de William Thatcher, hijo de un techador...
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